Fenomenología
En 1900 el
filósofo Alemán Edmund Husserl había expandido la noción de Brentano sobre la
intencionalidad. Desde que la intencionalidad une la mente y a los
fenómenos, él había concluido que el fenómeno y el ser son la misma cosa.
En los 60s el
filósofo Alemán Martin Heidegger, un seguidor de la fenomenología de Husserl
apuntó a una falla fundamental en las teorías dualistas y consecuentemente en
todo el debate cuerpo-mente.
En su opinión
el dualismo de Descartes es simplemente una consecuencia de una visión engañosa
del mundo, de acuerdo a lo cual en una mano tenemos el mundo “objetivo” de
realidades “físicas” (hecho de objetos con propiedades físicas) y en la otra
mano tenemos al mundo “subjetivo” de la vida “mental” (sentimientos, cognición,
consciencia).
De acuerdo a
esta visión, el mundo físico está descrito por algunos hechos objetivos que no
dependen de nuestra existencia. Nosotros podemos percibir aquellos hechos y
pensar sobre ellos. Y podemos actuar en el mundo basados en nuestros pensamientos.
Pero nuestra relación con el mundo y sus objetos está separada, desprendida,
como la visión un observador.
Heidegger nos
recuerda que, de hecho, somos parte de ese mundo. Somos uno de sus “objetos”.
No existimos como entidades independientes, nosotros existimos como parte de
este mundo. No hay forma que podamos dar un paso atrás, en una manera separada,
observar que está sucediendo: somos parte de que es lo que está pasando tan
rápido que ni siquiera tenemos tiempo para pensarlo. Solo tenemos tiempo para
reaccionar por instinto.
Heidegger niega
cualquier valor a las expresiones “realidad física” y “vida mental” y la
dicotomía objetivo/subjetivo: el mundo y la mente no pueden ser separadas: Todo
es subjetivo u objetivo (dependiendo en la definición), como cualquier cosa que
conozcamos es nuestra “interpretación” de que está sucediendo en el mundo y no
tenemos forma de tener una interpretación “objetiva” de lo que está sucediendo
porque somos parte de ello.
En nuestra vida
cotidiana nosotros no adoptamos una aproximación separada, lógica a situaciones
sino nosotros solo “actuamos”. Usualmente, puedes analizar una de tus acciones
solo después de haberla realizado; y, típicamente esto solo sucede cuando algo
sale mal: tú pausas para reflexionar y analizar qué y porqué salió mal. La
mayoría del tiempo no somos “conscientes” de porqué estamos haciendo lo que
estamos haciendo.
Heidegger
afirmó que somos “lanzados” al mundo. Normalmente no “descomponemos” la
situación: nosotros “descomponemos” al mundo alrededor nuestro solo cuando
nuestras acciones fallan y nosotros necesitamos saber porqué.
Por ejemplo,
nosotros normalmente no nos damos cuenta conscientemente que herramientas son
usadas para realizar una acción: unas tijeras o un vaso o una palanca de cambios.
Solamente cuando nuestra acción falla, nos enfocamos en la herramienta que
estamos utilizando y por qué nos está fallando.
Cuando estamos
martillando un clavo en una madera, no estamos interesados en discutir las
propiedades del martillo y del clavo y de la madera: nosotros solo martillamos.
Si eso no funciona, entonces nos detenemos y analizamos que está mal con el
martillo, el clavo o la madera.
Lo mismo con
los objetos que nos rodean: raramente estamos atentos de cada objeto que esta
alrededor nuestro. Pero digamos que alguien nos encierra en un cuarto y
necesitamos encontrar la manera de salir de ahí: solo entonces
“descompondríamos” la realidad de aquel cuarto en todos y cada uno de sus
objetos, desesperadamente buscando algo de ayuda.
Algunas veces
cuando de repente te concentras en manejar hacia el trabajo, terminas perdido:
todo de repente: ya no reconoces las calles en las que tu conducías todas las
mañanas. Hay demasiados detalles que tú nunca notaste: ¿Acaso ahí había una
curva? ¿Había una cartelera en aquella curva? Y así sucesivamente. Pero si no
te concentras en la ruta, tu sabes perfectamente bien cómo llegar al trabajo.
Si cierras tus
ojos tienes que redescubrir tu propio cuarto, tantos detalles los cuales son en
realidad inconscientes para ti, aun si tú lo conocías mejor que ningún otro
lugar del mundo. Cuando tratas de moverte alrededor de tu cuarto cubierto los
ojos, “descompones” tu conocimiento sobre el cuarto. La última vez que tuviste
que hacerlo fue cuando te mudaste ahí.
En la vida cotidiana,
no tenemos una completa representación de la situación y no podemos predecir
todas las consecuencias de nuestras acciones; y no tenemos tiempo para buscar
ya sea la representación o la predicción. Sin embargo nosotros entendemos una
situación y actuamos en ella. Y la mayoría del tiempo sobrevivimos. Solo cuando
nuestras acciones fallan, tenemos que dar un paso hacia atrás, analizar la
situación y tratar de descifrar racionalmente porqué fallamos: La lógica es
algo que utilizamos “después” del hecho para “solucionar problemas” sobre lo
que hicimos mal.
La ciencia que
construimos para analizar el mundo es una complicación. La verdad es mucho más
simple y más cercana a nuestra vida ordinaria.
De acuerdo con
Heidegger, existe una unidad fundamental del “Dasein” (o del ser ahí). Sujeto y
objeto no pueden estar separados. No pueden existir independientemente.
Un individuo no
es una entidad separada sino una manifestación del Dasein en el mundo y dentro
de una tradición (la sociedad es un gran componente de ese mundo).
No podemos
estudiar creencias y objetos porque no podemos abstraernos de ellos y mirarlos
objetivamente. Son parte de nuestro sistema de creencias y cada acción que
realizamos está afectada por ese mismo sistema de creencias, así que entramos
en un círculo vicioso. Nosotros llevamos una carga de experiencia y
conocimiento con nosotros lo cual da forma a nuestras acciones.
Cuando
estudiamos algo racionalmente, en una manera separada, estamos en realidad
perdiendo algo al aislarla. Entender algo está siendo parte de ello. La
cognición es costumbre. Nosotros somos “lanzados” dentro del mundo y esa es la
manera que lo entendemos y como actuamos en ello.
Por lo tanto
Heidegger no necesita representaciones mentales para razonar sobre el tema. Lo
que importa es la acción: acción del mundo y acción de nosotros en el mundo.
Representación es interpretación. No hay un hecho objetivo (o verdad absoluta)
sobre el mundo.
Variantes del
Materialismo
El problema que
ha estado atormentando los esfuerzos del materialismo por siglos es cómo los
estados mentales surgen de lo físico, cómo los sentimientos se originan desde
la materia inanimada. Una visión moderna es que la mente es de hecho material,
pero de alguna manera sus constituyentes materiales se comportan diferentemente
de la materia que la Física ha explicado: por lo tanto, eso es la Física que
debe ser cambiada o ampliada para acomodar nuevos tipos de fenómenos naturales.
La posición de
John Searle resume algunas de estas opiniones materialistas. El cree que (1) lo
mental es causado por procesos neurales y (2) lo mental es una característica
del cerebro. Los estados mentales no son físicos, sino forma una nueva clase de
características del cerebro. Los fenómenos mentales son irreductibles a la
Física y Química tradicional. Sus propiedades (tales como significado y alerta)
son diferentes de aquellos de la materia.
La relación
entre estados cerebrales y estados mentales es causal, en ambas direcciones,
cada una causando la otra. Searle llama a esta relación entre cerebro y
consciencia “causación de no-evento”: La consciencia es una propiedad emergente
del cerebro en la misma manera que las propiedades de los líquidos emergen de
aquellas sobre las moléculas que están hechas. En otras palabras, la mente es
material, pero al mismo tiempo no puede ser reducida a otra propiedad física.
El filósofo
Británico Galen Strawson es un materialista de tipos. Strawson rechaza el “Neo
conductismo”, la visión en la que la vida mental está unida al comportamiento
en tal forma que el comportamiento es esencial para la explicación de la vida
mental. El contrasta el Neo conductismo con su propio “Cartesianismo
Naturalizado” el cual descansa sobre dos supuestos: la mente es física; los
únicos fenómenos mentales son aquellos que conforman nuestra experiencia
consciente (el fenómeno experiencial). Por lo tanto, representaciones y la
intencionalidad son degradadas a efectos secundarios.
Materialismo
Eliminativo
El “Materialismo
Eliminativo” es la doctrina en donde los estados mentales no existen, o, al
menos, la terminología de lo mental está mal y debería ser abandonada.
El filofosofo
Alemán Paul Feyerabend ("Mental events and the brain", 1963) y el
filósofo Estadounidense Richard Rorty ("Mind-body identity", 1965)
negaron la existencia de lo mental. Ellos afirmaron que las sensaciones no son
procesos mentales, pero las cosas que nosotros pensamos que son sensaciones son
de hecho procesos cerebrales. Lo mental no es nada más que un mito. Como el
neurocientífico Estadounidense Paul Churchland lo pone, lo mental es el sujeto
de la “psicología popular”, y la psicología popular no puede ser ciencia.
Churchland argumenta que nuestra introspección no puede ser creída por nuestros
otros sentidos (tales como la vista y el oído), nos engaña sobre la estructura
real del universo (nosotros no vemos o escuchamos partículas elementales ni
ondas de probabilidad).
Eso es solo el
vocabulario de nuestra “psicología popular” que refiere a creencias y deseos,
sensaciones, emociones, pensamientos, etc. Nosotros explicamos el
comportamiento de las personas mediante el uso de esta terminología la cual
atribuye estados mentales a las personas. En realidad, solo los procesos
cerebrales existen. En esta opinión deberíamos remplazar el lenguaje anticuado
de la psicología popular por el más preciso lenguaje de la física de Newton.
Términos tales como “creencia” y “deseo” son tan científicos cómo los cuatro
espíritus de la alquimia.
Churchland
señala evidencia que la psicología popular no es científica: 1. Ha permanecido
siendo la misma desde la época de los antiguos Griegos (pero también lo hizo la
aritmética, ¿verdad?) 2. No se integra bien con las ciencias naturales. (Pero
ha sido integrada con la ciencia computacional y con el funcionalismo
computacional); 3. Es incompleta, así como su vocabulario no se aplica bien a
los fenómenos mentales tales como dormir o enfermedades mentales (La física de
Newton también fue incompleta pero eso no significa que la terminología de masa
y energía debería ser abolida).
Churchland
niega cualquier validez a la “primera persona” en la vida mental, a la
consciencia, al sí mismo, a las emociones, etc. Él fundamenta su objeción en el
hecho de que no hay nada en el cerebro que se asemeje a algún contenido de la
psicología popular: solo hay patrones de actividad neuronal (“vectores de
activación”).
El Problema de
la Cognición-Consciencia
La distinción
entre mente y cuerpo fue clara en los tiempos de Descartes pero se está
haciendo menos obvia por estos días mientras la física y las ciencias
psicológicas nos arrojen luces sobre los procesos “mentales”. Algunos de estos
procesos no son exclusivos de la mente (dejemos a un lado la mente humana),
pero son bastante penetrantes en la naturaleza. Recordar, aprender, comunicar
están presentes en cierta medida, en todas las formas de vida. Desde Descartes,
el dilema ha sido, cómo el cuerpo y la mente se comunican. Pero ahora, no hay
misterio en, digamos que, cómo el aprendizaje se comunica con el cuerpo,
aprender es un proceso cerebral que altera la configuración del cerebro en tal
forma que un diferente comportamiento ocurrirá.
En estos días
sabemos que el “cuerpo” se extiende al cerebro, y el cerebro es responsable de
muchos fenómenos que consideramos mente y que no es más misterioso que el movimiento
de una mano. Por lo tanto, dentro de la dicotomía Cartesiana, el “cuerpo” debe
ser ampliado para encerrar los procesos cerebrales y la “mente” debe ser
restringida a la experiencia consciente. De otra manera, mucho del misterio no
es un misterio del todo: la manera en la que la “mente” recuerda o aprende no
es más misteriosa que la manera en la que un músculo se hace más fuerte o más
débil. Lo que es misterioso es que “recordando” o “aprendiendo” están algunas
veces asociados con la experiencia consciente. Este es el verdadero
rompecabezas: ¿Cómo el cerebro procesa el recuerdo (que es en última instancia
un proceso electroquímico de neuronas disparándose unas a otras) comunicarse
con nuestra vida consciente de sentimientos y emociones que aparentan estar
localizados en una dimensión completamente diferente?
Como David Chalmers
lo señaló, la paradoja para ser explicada no es que la mente y cuerpo se
comuniquen sino que la cognición y la consciencia se comuniquen.
Mente o Materia
Se solía hacer
una simple pregunta: ¿Qué es el alma? La “mente” complicó a esta pregunta
porque se relacionaba al alma en un lugar específico, el cerebro, sin ser tan
específico. ¿Es la mente el alma? ¿Es la mente más que el alma? ¿Es la mente
menos que el alma?
El autor del presente
libro piensa que el problema está simplemente formulado de una manera no
científica. La “mente” es un término genérico que refiere al set de facultades
cognitivas que nosotros los humanos tenemos y a veces (dependiendo de la
persona que lo diga) además abarca a la consciencia.
Sería más
apropiado enfocarse en la cognición en sí misma: Mientras algunos pueden ser
reacios a acreditar a animales con mente, la mayoría no tendrá problema al
acreditarlos con algún grado de facultades cognitivas, tales como memoria,
aprendizaje y hasta razonamiento. La cognición puede seguramente ser asumida
como una propiedad de al menos todos los organismos vivos, pero una propiedad
que viene en grados (continuos): los humanos tienen más de eso que, digamos,
los caracoles.
Además, hay similitudes
llamativas entre el comportamiento de la materia cognitiva (viviente) y el
comportamiento de la materia no-cognitiva (inanimada). Aún un pedazo de papel
exhibe una forma de memoria que asemeja la forma que nuestra memoria trabaja:
si tu lo doblas muchas veces en la misma dirección, progresivamente “aprenderá”
a doblarse en esa dirección; si dejas de doblarla, lentamente regresará a su
posición plana. Cualquier pedazo de materia “recuerda” que le ha sucedido a su
forma y algunas veces a su composición química (como los científicos en
laboratorios pueden a veces rastrear hacia atrás en el tiempo). Lejos de ser
únicas para la mente las facultades cognitivas aparentan estar diseminadas en
la naturaleza.
La memoria y el
aprendizaje pueden por lo tanto decirse que están esparcidas en la naturaleza
tan extensivamente que asumimos que vienen en grados. La cognición pude no ser
necesariamente una propiedad exclusiva de la materia viva. La cognición puede
ser una propiedad general de la materia, que el cerebro humano simplemente
amplifica para realizar acciones muy interesantes. Al menos esa parte del
cerebro la que tiene que ver con las facultades cognitivas, puede ser
“reducida” a procesos materiales después de todo. La otra parte, la consciencia,
es un tema vastamente más complicado.
La Fábrica de Ilusiones
El
“pensamiento” es un juego enteramente diferente. La “Mente” definida como la
totalidad de pensamientos es de lejos un misterio elusivo.
La mente es una
fábrica de ilusiones. Crea una realidad interna, como opuesta a la realidad
externa del mundo. Nosotros vemos colores y formas, olemos olores y perfumes,
escuchamos voces y sonidos. Percibimos el paso del tiempo. Pero el universo
está hecho de partículas y ondas. La mente traduce el mundo a sensaciones:
Luego elabora sensaciones para producir pensamientos, recuerdos, conceptos,
ideas. Ninguno de estos es real. Es todo una ilusión gigantesca. Nunca
estaremos ni siquiera seguros si algo existe después de todo.
Entonces la
mente crea la consciencia es decir el conocimiento y la atención de sentir
estas sensaciones y, entre ellas, la sensación subjetiva de existir. ¿Puede la
consciencia ser la consecuencia directa de la existencia de aquellas ilusiones?
¿Todos los seres vivos equipados con percepción sensorial también están
otorgados con una consciencia?
La ciencia
necesita definiciones marcadas, confiables, especialmente de los objetos que
estudia. Desafortunadamente, nuestra mente es una de aquellas cosas que
nosotros intuitivamente, “obviamente” sabemos, pero, cuando tratamos de
formalizarlo, nos damos cuenta que no lo sabemos del todo. La manera más común
de definir la mente es hacer una lista de las facultades cognitivas: la mente
es algo que es capaz de aprender, recordar, razonar, etc. La verdad es que, por
hacer eso, solo hemos cambiado de nivel: ahora tenemos que definir el
aprendizaje, el recuerdo, el razonamiento, etc. Mientras más científicos
tratamos de ser, más terminamos con definiciones que son más amplias de lo que
querríamos que fueran. Cómo vimos, muchas cosas (y ciertamente muchos sistemas
biológicos) pueden decirse que son capaces de alguna forma de aprendizaje,
recuerdo, razonamiento, etc. Los cristales exhiben procesos de
auto-organización.
¿Qué es tan
especial sobre la mente? No son las facultades cognitivas. Es su vida interna.
La mente es una fábrica de ilusiones, que traduce este mundo de partículas y
ondas a un mundo de colores, sonidos y olores. Y esa es la ilusión de todas las
ilusiones: la Consciencia. Ahí yace el secreto de la mente.