La Natura de la Conciencia

por Piero Scaruffi

Trad. por Mario Alberto Vivero Salazar
Indice | Cap. 1: Mente y Materia

Fenomenología

(John Searle, Claude Shannon, Warren Weaver, Henry Grice, Edmund Husserl, Martin Heidegger, Galen Strawson, Paul Feyerabend, Richard Rorty, Paul Churchland, David Chalmers)

En 1900 el filósofo Alemán Edmund Husserl había expandido la noción de Brentano sobre la intencionalidad. Desde que la intencionalidad une la mente y a los fenómenos, él había concluido que el fenómeno y el ser son la misma cosa.

En los 60s el filósofo Alemán Martin Heidegger, un seguidor de la fenomenología de Husserl apuntó a una falla fundamental en las teorías dualistas y consecuentemente en todo el debate cuerpo-mente.

En su opinión el dualismo de Descartes es simplemente una consecuencia de una visión engañosa del mundo, de acuerdo a lo cual en una mano tenemos el mundo “objetivo” de realidades “físicas” (hecho de objetos con propiedades físicas) y en la otra mano tenemos al mundo “subjetivo” de la vida “mental” (sentimientos, cognición, consciencia).

De acuerdo a esta visión, el mundo físico está descrito por algunos hechos objetivos que no dependen de nuestra existencia. Nosotros podemos percibir aquellos hechos y pensar sobre ellos. Y podemos actuar en el mundo basados en nuestros pensamientos. Pero nuestra relación con el mundo y sus objetos está separada, desprendida, como la visión un observador.

Heidegger nos recuerda que, de hecho, somos parte de ese mundo. Somos uno de sus “objetos”. No existimos como entidades independientes, nosotros existimos como parte de este mundo. No hay forma que podamos dar un paso atrás, en una manera separada, observar que está sucediendo: somos parte de que es lo que está pasando tan rápido que ni siquiera tenemos tiempo para pensarlo. Solo tenemos tiempo para reaccionar por instinto.

Heidegger niega cualquier valor a las expresiones “realidad física” y “vida mental” y la dicotomía objetivo/subjetivo: el mundo y la mente no pueden ser separadas: Todo es subjetivo u objetivo (dependiendo en la definición), como cualquier cosa que conozcamos es nuestra “interpretación” de que está sucediendo en el mundo y no tenemos forma de tener una interpretación “objetiva” de lo que está sucediendo porque somos parte de ello.

En nuestra vida cotidiana nosotros no adoptamos una aproximación separada, lógica a situaciones sino nosotros solo “actuamos”. Usualmente, puedes analizar una de tus acciones solo después de haberla realizado; y, típicamente esto solo sucede cuando algo sale mal: tú pausas para reflexionar y analizar qué y porqué salió mal. La mayoría del tiempo no somos “conscientes” de porqué estamos haciendo lo que estamos haciendo.

Heidegger afirmó que somos “lanzados” al mundo. Normalmente no “descomponemos” la situación: nosotros “descomponemos” al mundo alrededor nuestro solo cuando nuestras acciones fallan y nosotros necesitamos saber porqué.

Por ejemplo, nosotros normalmente no nos damos cuenta conscientemente que herramientas son usadas para realizar una acción: unas tijeras o un vaso o una palanca de cambios. Solamente cuando nuestra acción falla, nos enfocamos en la herramienta que estamos utilizando y por qué nos está fallando.

Cuando estamos martillando un clavo en una madera, no estamos interesados en discutir las propiedades del martillo y del clavo y de la madera: nosotros solo martillamos. Si eso no funciona, entonces nos detenemos y analizamos que está mal con el martillo, el clavo o la madera.

Lo mismo con los objetos que nos rodean: raramente estamos atentos de cada objeto que esta alrededor nuestro. Pero digamos que alguien nos encierra en un cuarto y necesitamos encontrar la manera de salir de ahí: solo entonces “descompondríamos” la realidad de aquel cuarto en todos y cada uno de sus objetos, desesperadamente buscando algo de ayuda.

Algunas veces cuando de repente te concentras en manejar hacia el trabajo, terminas perdido: todo de repente: ya no reconoces las calles en las que tu conducías todas las mañanas. Hay demasiados detalles que tú nunca notaste: ¿Acaso ahí había una curva? ¿Había una cartelera en aquella curva? Y así sucesivamente. Pero si no te concentras en la ruta, tu sabes perfectamente bien cómo llegar al trabajo.

Si cierras tus ojos tienes que redescubrir tu propio cuarto, tantos detalles los cuales son en realidad inconscientes para ti, aun si tú lo conocías mejor que ningún otro lugar del mundo. Cuando tratas de moverte alrededor de tu cuarto cubierto los ojos, “descompones” tu conocimiento sobre el cuarto. La última vez que tuviste que hacerlo fue cuando te mudaste ahí.

En la vida cotidiana, no tenemos una completa representación de la situación y no podemos predecir todas las consecuencias de nuestras acciones; y no tenemos tiempo para buscar ya sea la representación o la predicción. Sin embargo nosotros entendemos una situación y actuamos en ella. Y la mayoría del tiempo sobrevivimos. Solo cuando nuestras acciones fallan, tenemos que dar un paso hacia atrás, analizar la situación y tratar de descifrar racionalmente porqué fallamos: La lógica es algo que utilizamos “después” del hecho para “solucionar problemas” sobre lo que hicimos mal.

La ciencia que construimos para analizar el mundo es una complicación. La verdad es mucho más simple y más cercana a nuestra vida ordinaria.

De acuerdo con Heidegger, existe una unidad fundamental del “Dasein” (o del ser ahí). Sujeto y objeto no pueden estar separados. No pueden existir independientemente.

Un individuo no es una entidad separada sino una manifestación del Dasein en el mundo y dentro de una tradición (la sociedad es un gran componente de ese mundo).

No podemos estudiar creencias y objetos porque no podemos abstraernos de ellos y mirarlos objetivamente. Son parte de nuestro sistema de creencias y cada acción que realizamos está afectada por ese mismo sistema de creencias, así que entramos en un círculo vicioso. Nosotros llevamos una carga de experiencia y conocimiento con nosotros lo cual da forma a nuestras acciones.

Cuando estudiamos algo racionalmente, en una manera separada, estamos en realidad perdiendo algo al aislarla. Entender algo está siendo parte de ello. La cognición es costumbre. Nosotros somos “lanzados” dentro del mundo y esa es la manera que lo entendemos y como actuamos en ello.

Por lo tanto Heidegger no necesita representaciones mentales para razonar sobre el tema. Lo que importa es la acción: acción del mundo y acción de nosotros en el mundo. Representación es interpretación. No hay un hecho objetivo (o verdad absoluta) sobre el mundo.

 

Variantes del Materialismo

El problema que ha estado atormentando los esfuerzos del materialismo por siglos es cómo los estados mentales surgen de lo físico, cómo los sentimientos se originan desde la materia inanimada. Una visión moderna es que la mente es de hecho material, pero de alguna manera sus constituyentes materiales se comportan diferentemente de la materia que la Física ha explicado: por lo tanto, eso es la Física que debe ser cambiada o ampliada para acomodar nuevos tipos de fenómenos naturales.

La posición de John Searle resume algunas de estas opiniones materialistas. El cree que (1) lo mental es causado por procesos neurales y (2) lo mental es una característica del cerebro. Los estados mentales no son físicos, sino forma una nueva clase de características del cerebro. Los fenómenos mentales son irreductibles a la Física y Química tradicional. Sus propiedades (tales como significado y alerta) son diferentes de aquellos de la materia.

La relación entre estados cerebrales y estados mentales es causal, en ambas direcciones, cada una causando la otra. Searle llama a esta relación entre cerebro y consciencia “causación de no-evento”: La consciencia es una propiedad emergente del cerebro en la misma manera que las propiedades de los líquidos emergen de aquellas sobre las moléculas que están hechas. En otras palabras, la mente es material, pero al mismo tiempo no puede ser reducida a otra propiedad física.

El filósofo Británico Galen Strawson es un materialista de tipos. Strawson rechaza el “Neo conductismo”, la visión en la que la vida mental está unida al comportamiento en tal forma que el comportamiento es esencial para la explicación de la vida mental. El contrasta el Neo conductismo con su propio “Cartesianismo Naturalizado” el cual descansa sobre dos supuestos: la mente es física; los únicos fenómenos mentales son aquellos que conforman nuestra experiencia consciente (el fenómeno experiencial). Por lo tanto, representaciones y la intencionalidad son degradadas a efectos secundarios.

 

Materialismo Eliminativo

El “Materialismo Eliminativo” es la doctrina en donde los estados mentales no existen, o, al menos, la terminología de lo mental está mal y debería ser abandonada.

El filofosofo Alemán Paul Feyerabend ("Mental events and the brain", 1963) y el filósofo Estadounidense Richard Rorty ("Mind-body identity", 1965) negaron la existencia de lo mental. Ellos afirmaron que las sensaciones no son procesos mentales, pero las cosas que nosotros pensamos que son sensaciones son de hecho procesos cerebrales. Lo mental no es nada más que un mito. Como el neurocientífico Estadounidense Paul Churchland lo pone, lo mental es el sujeto de la “psicología popular”, y la psicología popular no puede ser ciencia. Churchland argumenta que nuestra introspección no puede ser creída por nuestros otros sentidos (tales como la vista y el oído), nos engaña sobre la estructura real del universo (nosotros no vemos o escuchamos partículas elementales ni ondas de probabilidad).

Eso es solo el vocabulario de nuestra “psicología popular” que refiere a creencias y deseos, sensaciones, emociones, pensamientos, etc. Nosotros explicamos el comportamiento de las personas mediante el uso de esta terminología la cual atribuye estados mentales a las personas. En realidad, solo los procesos cerebrales existen. En esta opinión deberíamos remplazar el lenguaje anticuado de la psicología popular por el más preciso lenguaje de la física de Newton. Términos tales como “creencia” y “deseo” son tan científicos cómo los cuatro espíritus de la alquimia.

Churchland señala evidencia que la psicología popular no es científica: 1. Ha permanecido siendo la misma desde la época de los antiguos Griegos (pero también lo hizo la aritmética, ¿verdad?) 2. No se integra bien con las ciencias naturales. (Pero ha sido integrada con la ciencia computacional y con el funcionalismo computacional); 3. Es incompleta, así como su vocabulario no se aplica bien a los fenómenos mentales tales como dormir o enfermedades mentales (La física de Newton también fue incompleta pero eso no significa que la terminología de masa y energía debería ser abolida).

Churchland niega cualquier validez a la “primera persona” en la vida mental, a la consciencia, al sí mismo, a las emociones, etc. Él fundamenta su objeción en el hecho de que no hay nada en el cerebro que se asemeje a algún contenido de la psicología popular: solo hay patrones de actividad neuronal (“vectores de activación”).

 

 

 

El Problema de la Cognición-Consciencia

La distinción entre mente y cuerpo fue clara en los tiempos de Descartes pero se está haciendo menos obvia por estos días mientras la física y las ciencias psicológicas nos arrojen luces sobre los procesos “mentales”. Algunos de estos procesos no son exclusivos de la mente (dejemos a un lado la mente humana), pero son bastante penetrantes en la naturaleza. Recordar, aprender, comunicar están presentes en cierta medida, en todas las formas de vida. Desde Descartes, el dilema ha sido, cómo el cuerpo y la mente se comunican. Pero ahora, no hay misterio en, digamos que, cómo el aprendizaje se comunica con el cuerpo, aprender es un proceso cerebral que altera la configuración del cerebro en tal forma que un diferente comportamiento ocurrirá.

En estos días sabemos que el “cuerpo” se extiende al cerebro, y el cerebro es responsable de muchos fenómenos que consideramos mente y que no es más misterioso que el movimiento de una mano. Por lo tanto, dentro de la dicotomía Cartesiana, el “cuerpo” debe ser ampliado para encerrar los procesos cerebrales y la “mente” debe ser restringida a la experiencia consciente. De otra manera, mucho del misterio no es un misterio del todo: la manera en la que la “mente” recuerda o aprende no es más misteriosa que la manera en la que un músculo se hace más fuerte o más débil. Lo que es misterioso es que “recordando” o “aprendiendo” están algunas veces asociados con la experiencia consciente. Este es el verdadero rompecabezas: ¿Cómo el cerebro procesa el recuerdo (que es en última instancia un proceso electroquímico de neuronas disparándose unas a otras) comunicarse con nuestra vida consciente de sentimientos y emociones que aparentan estar localizados en una dimensión completamente diferente?

Como David Chalmers lo señaló, la paradoja para ser explicada no es que la mente y cuerpo se comuniquen sino que la cognición y la consciencia se comuniquen.

 

Mente o Materia

Se solía hacer una simple pregunta: ¿Qué es el alma? La “mente” complicó a esta pregunta porque se relacionaba al alma en un lugar específico, el cerebro, sin ser tan específico. ¿Es la mente el alma? ¿Es la mente más que el alma? ¿Es la mente menos que el alma?

El autor del presente libro piensa que el problema está simplemente formulado de una manera no científica. La “mente” es un término genérico que refiere al set de facultades cognitivas que nosotros los humanos tenemos y a veces (dependiendo de la persona que lo diga) además abarca a la consciencia.

Sería más apropiado enfocarse en la cognición en sí misma: Mientras algunos pueden ser reacios a acreditar a animales con mente, la mayoría no tendrá problema al acreditarlos con algún grado de facultades cognitivas, tales como memoria, aprendizaje y hasta razonamiento. La cognición puede seguramente ser asumida como una propiedad de al menos todos los organismos vivos, pero una propiedad que viene en grados (continuos): los humanos tienen más de eso que, digamos, los caracoles.

Además, hay similitudes llamativas entre el comportamiento de la materia cognitiva (viviente) y el comportamiento de la materia no-cognitiva (inanimada). Aún un pedazo de papel exhibe una forma de memoria que asemeja la forma que nuestra memoria trabaja: si tu lo doblas muchas veces en la misma dirección, progresivamente “aprenderá” a doblarse en esa dirección; si dejas de doblarla, lentamente regresará a su posición plana. Cualquier pedazo de materia “recuerda” que le ha sucedido a su forma y algunas veces a su composición química (como los científicos en laboratorios pueden a veces rastrear hacia atrás en el tiempo). Lejos de ser únicas para la mente las facultades cognitivas aparentan estar diseminadas en la naturaleza.

La memoria y el aprendizaje pueden por lo tanto decirse que están esparcidas en la naturaleza tan extensivamente que asumimos que vienen en grados. La cognición pude no ser necesariamente una propiedad exclusiva de la materia viva. La cognición puede ser una propiedad general de la materia, que el cerebro humano simplemente amplifica para realizar acciones muy interesantes. Al menos esa parte del cerebro la que tiene que ver con las facultades cognitivas, puede ser “reducida” a procesos materiales después de todo. La otra parte, la consciencia, es un tema vastamente más complicado. 

 

La Fábrica de Ilusiones

El “pensamiento” es un juego enteramente diferente. La “Mente” definida como la totalidad de pensamientos es de lejos un misterio elusivo.

La mente es una fábrica de ilusiones. Crea una realidad interna, como opuesta a la realidad externa del mundo. Nosotros vemos colores y formas, olemos olores y perfumes, escuchamos voces y sonidos. Percibimos el paso del tiempo. Pero el universo está hecho de partículas y ondas. La mente traduce el mundo a sensaciones: Luego elabora sensaciones para producir pensamientos, recuerdos, conceptos, ideas. Ninguno de estos es real. Es todo una ilusión gigantesca. Nunca estaremos ni siquiera seguros si algo existe después de todo.

Entonces la mente crea la consciencia es decir el conocimiento y la atención de sentir estas sensaciones y, entre ellas, la sensación subjetiva de existir. ¿Puede la consciencia ser la consecuencia directa de la existencia de aquellas ilusiones? ¿Todos los seres vivos equipados con percepción sensorial también están otorgados con una consciencia?

La ciencia necesita definiciones marcadas, confiables, especialmente de los objetos que estudia. Desafortunadamente, nuestra mente es una de aquellas cosas que nosotros intuitivamente, “obviamente” sabemos, pero, cuando tratamos de formalizarlo, nos damos cuenta que no lo sabemos del todo. La manera más común de definir la mente es hacer una lista de las facultades cognitivas: la mente es algo que es capaz de aprender, recordar, razonar, etc. La verdad es que, por hacer eso, solo hemos cambiado de nivel: ahora tenemos que definir el aprendizaje, el recuerdo, el razonamiento, etc. Mientras más científicos tratamos de ser, más terminamos con definiciones que son más amplias de lo que querríamos que fueran. Cómo vimos, muchas cosas (y ciertamente muchos sistemas biológicos) pueden decirse que son capaces de alguna forma de aprendizaje, recuerdo, razonamiento, etc. Los cristales exhiben procesos de auto-organización.

¿Qué es tan especial sobre la mente? No son las facultades cognitivas. Es su vida interna. La mente es una fábrica de ilusiones, que traduce este mundo de partículas y ondas a un mundo de colores, sonidos y olores. Y esa es la ilusión de todas las ilusiones: la Consciencia. Ahí yace el secreto de la mente.